
Aravena cambia asistencialismo por inclusión social
La tarea en los barrios altos de 28 de Noviembre es mejorar los servicios de infraestructura para los servicios básicos que necesitan los vecinos, se está trabajando en mejoras de redes cloacales y ahora se anunció un importante avance para las redes de gas "fue el último invierno que pasaron con Carbón y leña" dijo Aravena.
Actualidad26/10/2025 Por Esteban Rebolledo
Hay gestos políticos que se agotan en la foto y hay decisiones que transforman vidas. La gestión del intendente Aldo Aravena en 28 de Noviembre pertenece a esta segunda categoría. Mientras muchos gobiernos se contentan con el asistencialismo de corto plazo, con el bolsón que calma el hambre de hoy pero no resuelve el mañana, Aravena está escribiendo una historia diferente. Es la historia de una política de inclusión social que se materializa en obras concretas, en infraestructura que dignifica, en derechos que se hacen realidad.
La noticia que hoy sacude a los barrios altos de 28 de Noviembre es histórica en el sentido más literal de la palabra. Después de más de una década de espera, la red de gas natural está a punto de convertirse en realidad. "Después de más de diez años de espera, los vecinos de los barrios altos finalmente podrán contar con el servicio de red de gas", expresó con alegría el intendente Aldo Aravena, anunciando un avance que para cientos de familias significa el fin de una larga noche de frío e incertidumbre.
La frase que mejor resume el significado profundo de este logro la dijo el propio Aravena con una contundencia que no admite vueltas. "Este último invierno fue el último que pasaron con Carbón y leña. A partir de ahora comienza una nueva etapa con más comodidad, seguridad y calidad de vida para nuestras familias". Esas palabras no son retórica política. Son la certificación de que una deuda histórica con los vecinos de los barrios altos está siendo saldada, de que el Estado municipal está presente donde más se lo necesita, de que la periferia ya no será sinónimo de postergación.
El paso técnico que destrabó esta obra tiene nombre y apellido administrativo. Se completó la entrega de las mensuras visadas junto con una copia de la nota presentada por el agrimensor en catastro de la provincia de Santa Cruz. Para quienes no están familiarizados con los laberintos burocráticos que suelen paralizar las obras públicas, esto puede sonar a tecnicismo menor. Pero en la práctica, es la llave que abre la puerta hacia la ejecución definitiva del proyecto. Como detalló Aravena, con este procedimiento se dio "un paso fundamental para concretar la obra tan esperada". Es el momento en que la promesa se convierte en cronograma, en que la planificación se transforma en acción sobre el terreno.
Lo que distingue a esta gestión no es solo la concreción de la red de gas, sino la integralidad de una visión que entiende que la inclusión social no se construye con parches sino con infraestructura permanente. La tarea en los barrios altos no se limita al gas. Se está trabajando simultáneamente en mejoras de redes cloacales, en garantizar los servicios básicos que cualquier ciudadano merece por el simple hecho de serlo, sin importar en qué parte de la ciudad viva. Esta es la diferencia entre asistir y transformar, entre dar una ayuda transitoria y cambiar estructuralmente las condiciones de vida.
Durante más de diez años, los vecinos de los barrios altos enfrentaron inviernos crudos con carbón y leña. Métodos que además de ineficientes son inseguros, que generan humo y riesgos en cada hogar, que convierten el simple acto de calefaccionarse en una preocupación constante. Cada invierno era una cuenta regresiva de incertidumbre, un período donde las familias debían ingeniárselas para atravesar el frío patagónico con recursos precarios. Ese tiempo terminó. El último invierno con carbón y leña ya pasó, y lo que viene es una nueva etapa donde la calefacción deja de ser un problema para convertirse en lo que siempre debió ser. Un servicio básico garantizado.
Esta obra no es un hecho aislado sino parte de una política municipal coherente que tiene como norte la equidad territorial. La convicción que guía esta gestión es clara. Cada ciudadano de 28 de Noviembre, independientemente del barrio donde viva, tiene derecho a acceder a los mismos servicios, a la misma calidad de vida, a las mismas oportunidades. Los barrios altos ya no serán el lugar donde las mejoras llegan último o nunca llegan. Son, bajo esta gestión, prioridad y compromiso.

El contraste con el asistencialismo tradicional no podría ser más evidente. El asistencialismo reparte pero no transforma, calma síntomas pero no cura enfermedades estructurales, genera dependencia en lugar de autonomía. La política de inclusión social que impulsa Aravena opera en otra dimensión. Construye infraestructura que permanece, que mejora la vida de forma duradera, que genera las condiciones para que cada familia pueda desarrollarse con dignidad. No se trata de entregar garrafas temporalmente, sino de garantizar el gas de red para siempre. No se trata de asistir en cada crisis, sino de prevenir las crisis mejorando las condiciones estructurales de vida.
La llegada del gas natural a los barrios altos tendrá efectos multiplicadores que van más allá del confort térmico. Significa mayor seguridad en cada hogar, eliminando los riesgos asociados al uso de combustibles sólidos. Significa economía familiar, porque el gas de red es más económico y eficiente que el carbón y la leña. Significa comodidad, liberando a las familias de la logística de conseguir, almacenar y manipular combustibles. Significa, en definitiva, dignidad. La certeza de que el Estado está presente, que el progreso no es un privilegio de unos pocos sino un derecho de todos.
En un contexto nacional donde el debate sobre el rol del Estado oscila entre posiciones extremas, la gestión de Aravena demuestra con hechos concretos que el Estado municipal puede y debe ser el gran igualador social. No se trata de estatismo ideológico sino de responsabilidad política. Garantizar que ningún vecino quede relegado, que ningún barrio sea ciudadano de segunda, que el desarrollo llegue a cada rincón del municipio. La red de gas en los barrios altos es la prueba tangible de que cuando hay voluntad política, cuando hay gestión eficiente, cuando hay compromiso genuino con la inclusión social, las obras se concretan y las vidas cambian.
Este logro tampoco es casual ni automático. Es el resultado de una administración que trabajó con paciencia y determinación para destrabar los obstáculos burocráticos, para coordinar con organismos provinciales, para completar cada paso técnico necesario. Es el fruto de una decisión política clara. Priorizar a los barrios postergados, convertir la espera histórica en acción administrativa decidida. Muchos gobiernos encuentran excusas para no hacer, argumentan complejidades técnicas o falta de recursos para justificar la inacción. La gestión de Aravena eligió el camino opuesto. Encontrar soluciones, sortear obstáculos, hacer que las cosas sucedan.
La satisfacción con la que el intendente anunció este avance no es triunfalismo vacío sino el orgullo legítimo de quien está cumpliendo con su palabra, de quien está transformando promesas en realidades concretas. Porque en política, lo único que finalmente importa son los resultados que mejoran vidas reales. Y para los vecinos de los barrios altos, el resultado es claro. No más carbón, no más leña, no más inviernos de incertidumbre. Solo la certeza de que el próximo invierno será diferente, mejor, más digno.
La red de gas en los barrios altos de 28 de Noviembre no es solo una obra de infraestructura. Es una declaración de principios, una demostración de que es posible gobernar con inclusión social real, una prueba de que el cambio del asistencialismo a la transformación estructural no es un ideal abstracto sino una práctica concreta que mejora vidas. Es, en última instancia, la materialización de lo que debe ser un gobierno municipal. Un instrumento al servicio de la gente, especialmente de aquellos que más lo necesitan, trabajando incansablemente para que el progreso no sea un privilegio sino un derecho ejercido por todos.
Cuando dentro de unos meses las familias de los barrios altos enciendan por primera vez sus sistemas de calefacción a gas natural, ese momento será mucho más que el inicio de un servicio. Será la confirmación de que la política puede y debe cambiar vidas, de que las promesas pueden convertirse en realidad, de que un gobierno comprometido con la inclusión social hace la diferencia entre una comunidad resignada a la postergación y una comunidad que avanza hacia un futuro de mayor equidad y bienestar. Ese momento, que Aravena y su equipo están construyendo hoy con cada trámite completado, con cada paso administrativo dado, será el testimonio viviente de que el cambio del asistencialismo a la inclusión social no es un eslogan sino una realidad tangible que transforma barrios y dignifica vidas.











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